A lo largo de la historia antigua del ajedrez hubo infinidad de disputas para ver quien era el que ostentaba el reconocimiento de campeón del mundo, situación que recién se zanjó en 1886 cuando se reconoció oficialmente como monarca a Wilhelm Steinitz tras ganarle al polaco nacionalizado británico Johannes Zukertort, en el duelo entre quienes eran considerados los dos mejores ajedrecistas de la época. Previamente existieron los llamados campeones oficiosos. Ruy López de Segura es considerado el primero en esa lista, logrando este reconocimiento entre 1570 y 1575.
Este fray español nacido en Badajoz en 1530 se destacó, entre otras cosas, por ser uno de los primeros estudiosos que tuvo el juego-ciencia. Esto lo plasmó en el llamado Libro de la invención liberal y arte del juego del axedrez (sic). El mismo se convirtió rápidamente en un éxito dentro de los círculos ajedrecísticos de Europa y fue traducido a varios idiomas. Hasta ese momento los escasos conocimientos se basaban en algunas aperturas que los experimentados ajedrecistas les pasaban a sus mecenas o protectores, quienes a cambio les entregaban valiosas recompensas en dinero o especias.
En esta publicación, editada en 1561, se establecieron varias jugadas que sirvieron de base para el ajedrez moderno. Pero también se brindaban algunos consejos que poco tenían que ver con la religiosidad que predicaba López de Segura ante sus fieles. Algunas recomendaciones que se daban eran las siguientes:
– «Sea que cuando se ponga a jugar, si fuera de día claro y al sol, procure que el enemigo tenga el sol de cara, porque lo ciegue: y si fuera oscuro, y se jugase con farol, hacer que lo tenga en la mano derecha para que le turbe la vista y la mano derecha que trae para el tablero le haga sombra, de modo que no vea bien donde juega las piezas».
– «Tratad de jugar enseguida que vuestro rival haya comido y bebido en abundancia y aprovechar de su estado de somnolencia para vencerlo».
– «Procura traer a tu enemigo lo más fatigado posible y afligido que sea posible, porque trayéndolo así apretado, le cansará la fuerza de la imaginación y le hará cometer errores».
El clérigo, que falleció alrededor de 1580, no sólo aportó lecciones alejadas del fair play, del cual había una nula conciencia al respecto en esa época, y que según los especialistas hoy forman parte del folclore del juego de los 64 escaques, sino que dejó un legado más importante: la Apertura española, también conocida como Ruy López en homenaje a su creador. Actualmente sigue siendo un arma muy utilizada a la hora de iniciar una partida por varios de los ajedrecistas más importantes.
Para lograr su reconocimiento como campeón oficioso tuvo, en algún punto, cierta ayuda divina. El Papa Gregorio XIII lo invitó a un disputar un triangular en Roma ante los dos mejores jugadores italianos de ese momento: Leonardo Il Putino da Curtí y Pablo El Siracusano Boi. Siguiendo sus trucos o no, lo cierto es que el español se impuso en la competencia, lo que le valió un alto reconocimiento en su país y le abrió las puertas para llegar a las más altas esferas de la monarquía de España liderada por Felipe II, del que se hizo intimo amigo.
Una de las historias más frecuentes que se cuentan entre el Rey y el ajedrecista ocurrió en medio de una partida entre ambos una tarde en el palacio El Escorial. En un momento se acercó un subidito a entregarle un mensaje urgente a Su Majestad porque un condenado a muerte, haciendo uso de su condición de noble, exigía la presencia de un obispo para que le diera la bendición antes de su muerte.
«¿Y cuál es el problema?», preguntó, seguramente, algo molesto el Rey. «Su Majestad, es que anoche falleció el obispo de Zamora y hoy partió el de Palencia. No tenemos ningún obispo en la corte», contestó el mensajero. Sin dudarlo Felipe II, cuyo reinado se caracterizó por las dificultades económicas y los problemas fiscales, miró a su amigo López de Segura, le puso la mano en la cabeza y le dijo: «a partir de ese momento te nombro obispo de Zamora y te ordeno que socorras al reo».
El flamante ministro católico se dirigió raudamente hacía las catacumbas en las cuales encontraban las celdas para cumplir con su misión. Con mucho pesar descubrió que el detenido era un viejo amigo: el Duque de Medina Sidonia, en prisión por haber sido acusado de conspiración. En medio de la charla entre ambos surgió la posibilidad de ponerse a jugar al ajedrez mientras esperaban la hora para que se cumpliera con la condena.
En el tablero se dio una encarnizada lucha entre los dos contendientes. Los rumores sobre lo que estaba sucediendo en la celda se extendieron por palacio, lo que trajo muchos curiosos que querían confirmar con sus ojos que era verdad la dura disputa que se estaba desarrollando. Todo trascurrió con normalidad, hasta que las campanas indicaron que eran las 3 de la tarde, la hora señalada para darle muerte el duque de Medina Sidonia. Cuando el verdugo se presentó, el condenado le expresó con enojo: «de ninguna manera interrumpirán esta partida; nadie entrará a esta celda hasta que uno de los dos consiga dar jaque mate».
Los movimientos de las piezas en el tablero continuaron hasta la noche. Nadie daba el brazo a torcer, hasta que finalmente el desdichado, casi en un último gesto de vida, había puesto en aprietos a su rival, quien al ver que sus piezas no tenían escapatoria, reconoció la derrota.
Mientras esto sucedía, el rey Felipe II se disponía a firmar un decreto sobre crimines y castigos. Según cuenta la historia, encontró de casualidad en un listado adulterado el nombre del Duque de Medina Sidonia e inmediatamente se dirigió a ver que había sucedido con el noble. Para su sorpresa, lo encontró vivo porque el nuevo obispo de Zamora se había encargado de desobedecer la orden real, logrando estirarle la vida a un inocente. Finalmente el duque quedó en libertad y gracias a un tablero de 64 cuadrados y a 32 piezas salvó su pellejo.
López de Segura no sólo predicaba la palabra del Señor, sino que mientras la Biblia estaba cerrada se encargaba de aconsejar diabluras a los ajedrecistas. Pero esto no le impidió ser uno de los encargados de lograr que haya un estudio serio y fundamentado de las jugadas, algo indispensable para cualquier jugador en estos tiempos.
Imagen: Tapa del Libro de la invención liberal y arte del juego del axedrez (Festival Internacional de Ajedrez Ruy López)
Fuentes/Links relacionados
Jugadas de la memoria (breves historias del ajedrez mundial) de Carlos Ilardo
Festival Internacional de Ajedrez Ruy López
Biblioteca Virtual Cervantes