Los 3 ítems que se mencionan en el título están vinculados a una persona: Lawrence Francis O’Brien Junior, más conocido comoLarry O’Brien. Este hijo de una familia de inmigrantes irlandeses cumplió un papel importante en la historia contemporánea de Estados Unidos y en la liga de básquet más famosa del mundo. Como comisionado produjo un quiebre con consecuencias que llegan hasta la actualidad.
Desde muy pequeño O’Brien, nacido en Springfield, Massachusetts, la misma ciudad donde James Naismith inventó el básquet, tuvo vinculación con la política porque su casa era un recinto permanente de reuniones. “Nuestra cocina solía ser un lugar de encuentro. Se organizaban peticiones que se iban llevando puerta a puerta. Mi padre fue un gran planificador. Todas estas cosas me sirvieron de influencia”, le recordó a Sports Illustrated el nacido el 17 de julio de 1917.
Mientras estudiaba trabaja en el O’Brien’s Cafe and Restaurant, el negocio familiar y que tenía como plato destacado la carne que cocinaba mamá Myra. Comenzó atendiendo la caja y a medida que crecía fue ganando un lugar importante hasta llegar bien alto en el gremio local. A los 22 años ya era presidente de la Hotel and Restaurant Employees Union. Para alcanzar esta posición mucho tuvo que ver el saber explotar el fuerte poder de convencimiento que tenía y que tanto rédito le traería en el futuro para solucionar complejos problemas, tanto en el ámbito político como deportivo.
Como gremialista empezó a tener una fluida relación con los demócratas. En estos encuentros un día conoció a un joven político con el que inmediatamente entabló una cercana relación: John Fitzgerald Kennedy. En 1952 O’Brien, que sirvió en el ejército en la Segunda Guerra Mundial, fue gran responsable para que Kennedy llegara al Senado.
O’Brien revolucionó la manera de hacer campañas porque aportó una serie de innovaciones. Había escrito un libro de 70 páginas llamado O’Brien’s Manual, cuyos métodos más tarde fueron utilizados por varios políticos en todo el mundo como, por ejemplo, el Primer Ministro británico Harold Wilson. La regla número 1 decía que “no hay nada mejor que ir a tocar el timbre”. Con esto se buscaba que el candidato se metiera en la casa de los votantes y no que estos vayan hacía el postulante. La manera de aproximarse era con tarjetas de Navidad, llamadas telefónicas y diversos obsequios en los que se mostraban cuales eran los propósitos que se perseguían. El plan funcionó a la perfección porque Kennedy ganó la elección. El primer paso estaba dado. Ahora venía un desafió mayor: la Casa Blanca.
Cuando hubo que empezar a amar la carrera presidencial Kennedy volvió a confiar en O´Brien y lo nombró jefe de campaña. Desde ya que el O’Brien’s Manual otra vez dio resultado. Al ver la alta efectividad de sus métodos se había ganado la total confianza del flamante mandatario de Estados Unidos, que no dudo en colocarlo en un rol clave: nexo entre el Congreso y la Casa Blanca. O’Brien tuvo que lidiar con tiempos especialmente difíciles en Washington. La Guerra Fría, Cuba, la carrera espacial, Vietnam y, como si esto no fuera suficiente, el asesinato de Kennedy.
Lyndon Johnsson, el reemplazante de Kennedy, mantuvo a O’Brien en el cargo hasta 1965, cuando lo eligió para manejar el sistema postal de Estados Unidos, uno de los más viejos del mundo y que hasta 1971 era parte del gabinete. Ostentó este cargo hasta 1968 cuando al poder llegó el republicano Richard Nixon. En 1970 O’Brien se transformó en líder del Partido Demócrata, rol en el que sería protagonista involuntario de uno de los escándalos políticos más recordados de la historia.
El 17 de junio de 1972 el guardia Frank Willis parecía que iba a tener otra noche rutinaria. Su función era custodiar el complejo hotelero Watergate, más precisamente el sector reservado para el Partido Demócrata, que había elegido este sitio ubicado a orillas del río Potomac como bunker para la campaña presidencial. La habitual monotonía diaria se rompió cuando Willis escuchó unos extraños ruidos y observó movimientos que no eran los normales. Llamó a la policía y lo que encontraron fue a 5 personas provistas con todo tipo de material de espionaje. A medida que el hilo del carretel se fue desenrollando todo derivó en la renuncia de Nixon, siendo el único presidente estadounidense en terminar su mandato antes de tiempo.
Larry O’Brien en la tapa de Times Magazine.
Los espías, que en principio se creyó que eran ladrones comunes, pero resultó ser que uno de ellos era agente de la CIA y los otros funcionarios de seguridad del Comité para la Reelección de Nixon, buscaban saber, entre otras cosas, con que tipo de información contaban los demócratas con respecto a un préstamo que el millonario y playboy Howard Hughes le había realizado a Donald Nixon, hermano de Richard. La oficina de O’Brien era el objetivo principal. “Nixon estaba completamente focalizado en Larry O’Brien cuando se convirtió en presidente del Partido Demócrata porque O’Brien también había trabajado para Hughes”, le contó a la cadena CBS Terry Lenzner, senador que encabezó la comisión que llevó adelante la investigación del Watergate.
Luego de ser tocado por este escándalo O’Brien se retiró del mundo de la política. Fue en 1975 cuando volvió a la escena pública al asumir un cargo que tomó por sorpresa a todos, inclusive a él mismo: comisionado de la NBA.
Por aquellos años la liga de básquet estaba bastante alejada de la imagen actual. Las relaciones entre los propietarios de las franquicias y los jugadores eran tensas, la situación económica no era la mejor, la televisión le daba un lugar secundario y los juicios llovían. Para colmo estaba rondando el fantasma de la American Basket Association (ABA) que, a pesar de ser una organización desorganizada, se estaba transformando en una competidora importante para la NBA, sobre todo porque en muchos aspectos era la cara contraría. Mientras la NBA era políticamente correcta, la ABA representaba a la psicodelia, la música funk, los peinados afros y el show time.
Era evidente que había que realizar un cambio brusco en la conducción y se creyó que el hombre indicado era O’Brien, cuya única vinculación con el básquet, además de ser oriundo del lugar en donde se creó este deporte, era ser espectador. De joven iba a ver a Boston Celtics y cuando se instaló en Nueva York con una consultora solía asistir a las presentaciones de los Knicks.
Había varios candidatos para el puesto y ninguno terminaba de convencer. El que lanzó el nombre de O’Brien fue Mike Burke, dueño de la franquicia neoyorquina y que lo conocía del Madison Square Garden. El comisionado Walter Kennedy, sin parentesco, por lo menos directo, con John Fitzgerald, se contactó con el elegido. “Llamó al número equivocado”, contestó este. “Ofrecerme un trabajo como mandatario de una liga profesional de básquet no tenía mucho sentido para mi. Naturalmente rechace la oferta. En ese momento fue la cosa más loca que había escuchado”, confesó Larry luego de su primera temporada al frente de la NBA. Pasaron 21 meses hasta que lo pudieron convencer.
Le alcanzó 1 año para revolucionar a la NBA. Entre otras cosas solucionó los graves problemas gremiales con los jugadores, los cuales sentaron un precedente en el deporte profesional en Estados Unidos con la aparición de los agentes libres, y le dio nuevos bríos al juego con la incorporación de la línea de 3 puntos, ya utilizada por la ABA y que en su momento había sido menospreciada por la NBA. “No sé cómo lo hizo, no lo sé. Él tiene el especial don de la persuasión”, reconocía Williams Alverson, presidente de Milwaukee Bucks.
A medida que el caos interno se iba tranquilizando se volvía a hablar de lo que sucedía adentro de la cancha, algo que en las últimas temporadas se venía perdiendo. “La prensa y la gente están hablando del equipo y de cuan bueno son los jugadores. Están hablando de básquet. Antes escuchábamos hablar sobre quién demando a quien esta semana. Es increíble”, decía Paul Snyder, propietario de Buffalo Brave, franquicia ahora conocida como Los Angeles Clippers.
Para llegar a este punto el camino no fue sencillo y tuvo que aplicar toda la astucia aprendida en los pasillos de la Casa Blanca. “Dios mío, estuve acá antes. Esta situación es parecida a las que tuve que enfrentar en Washington”, fue el comentario de O’Brien tras una complicada reunión entre la asociación de jugadores y los dueños de los equipos. Por todo lo logrado recibió varios reconocimientos de medios especializados.
Manu Ginóbili con el trofeo Larry O’Brien
La deuda estaba con la televisión, que seguía dándole la espalda a la NBA. Gracias a la hábil muñeca de O’Brien, en 1978 se firmó un contrato por 74 millones de dólares, lo que en su momento fue un récord. Igualmente los canales poseedores de los derechos le daban una importancia relativa. De hecho varias finales que pasaron a la historia en su momento fueron emitidas en diferido. Cuando a principios de la década del 80 apareció la TV por cable la situación empezó a cambiar. A partir de la temporada 82/83 ESPN y USA Network daban cerca de 40 partidos de la liga en vivo. Además O’Brien llegó a un acuerdo con la CBS que ascendía a los 88 millones de dólares, superando largamente el trato anterior.
Tras la desaparición de la ABA, O’Brien incorporó a San Antonio Spurs, Denver Nuggets, New York Nets, que se mudó a New Jersey, e Indiana Pacers. Con el arribo de los equipos del difunto torneo se elevó el nivel del juego. Además estableció un programa antidrogas y se despidió con un nuevo acuerdo salarial entre los jugadores y los propietarios, instancia en la que trabajó con David Stern, en ese momento asesor legal y actualmente comisionado de la NBA.
Se retiró en 1984. Periodistas, árbitros, jugadores y dueños sólo tenían palabras de agradecimiento, admiración y respeto para O’Brien, quien se encargó de dar el empujón definitivo para que la NBA se convierta en lo es en la actualidad. Cuando Stern asumió el cargo una de las primeras medidas que tomó fue la nombrar al trofeo de campeón como Larry O’Brien. El Partido Demócrata también otorga un reconocimiento que lleva su nombre a aquellos que realizaron actividades trascendentes para el partido. Siguió vinculado al básquet como presidente del Hall of Fame, ubicado en su Springfield natal, galería de la cual forma parte desde 1991. Murió de cáncer en 1990.
Sin dudas O’Brien en cada lugar por donde pasó dejó su marca y por eso su figura no es olvidada fácilmente.
Fuentes/Links relacionados
A Celtic Rookie Puts It Together (Sports Illustrated)
Watergate: ‘Aviator’ Connection? (CBS)
Pro Basketball; This Trophy is Flickle, And Her Name is Larry (New York Times)
El escándalo que acabó con la carrera políticia de Richar Nixon (El Mundo)
Nixon ordenó el asalto a la sede demócrata en el Watergate, según uno de sus colaboradores (El Mundo)
Larry O’Brien (Hoopedia)
Perfíl de Larry O’Brien (Hall of Fame)
Lawrence (Larry) O’Brien (John F. Kennedy Presidential Livrary and Museum)
The Commissioners (NBA)
The Larry O’Brien Championship Trophy (lakers.com)