El mito urbano del Giants Stadium

Desde su nacimiento en 1976 hasta la demolición en 2010, el Giants Stadium fue uno de los estadios más importantes en la Costa Este de Estados Unidos. El recinto, situado en East Rutherford, New Jersey, a pocos kilómetros de Times Square, fue utilizado por New York Giants y New York Jets cuando tenían que jugar de local por la NFL. También Cosmos de Pelé y compañía pisó ese césped. Fue usado por New York Red Bull de la MLS y acogió 5 partidos del Mundial de fútbol de 1994, entre otros tantos eventos deportivos y musicales.

Mientras esa cancha existió en torno suyo se tejió un mito urbano que quedó marcado a fuego en el imaginario popular de los estadounidenses. Cuenta la leyenda que en el campo de juego habían enterrado un bloque de cemento que contenía el cadáver de Jimmy Hoffa, protagonista de uno de los misterios jamás resueltos por el FBI.

Como presidente del gremio de los camioneros (Teamster) Hoffa era uno de los líderes sindicales con más peso e influencia en Estados Unidos, a tal punto que con hacer un llamado era capaz de parar todo el país. A los 16 dejó el colegio y a los 18 encabezó la primera huelga. A partir de ahí no se detuvo hasta llegar a conducir la Hermandad Internacional de los Camioneros entre fines de los 50 y principios de los 60.

Quien perdió a su padre a los 7 años se ganó el rechazó de John F. Kennedy, que ordenó investigar su patrimonio. El presidente estadounidense creía que el dinero provenía de los fondos sindicales, hecho que no se pudo demostrar ante la Justicia. Igualmente Hoffa, que siempre tuvo una estrecha relación con el crimen organizado, fue preso, pero por un intento de soborno. En 1967 lo sentenciaron a 15 años de prisión.

Jimmy Hoffa en la tapa de la revista Life. (life.com)

Tras 4 años en la cárcel, Richard Nixon le conmutó la pena, aunque con una condición: no podía volver a la actividad gremial durante la próxima década. El nacido en Indiana el 14 de febrero de 1913 cumplió con la palabra, pero mientras tanto iba armando el camino para recuperar el control del Teamster.

En eso estaba cuando el 30 de julio de 1975 se dirigió al restaurant Red Fox en las afueras de Detroit. Hoffa iba a reunirse con Anthony Tony Jack Giacolone, capo mafioso de la ciudad, y Anthony Tony Pro Provenzano, líder sindical de New Jersey, para planificar la vuelta. Hoffa, que no soportaba la impuntualidad, estaba tenso porque ya era el horario convenido y el encuentro no había comenzado. Muy nervioso llamó a su esposa para avisarle que iba a llegar tarde. Ese fue el último dato concreto que se tuvo sobre su paradero.

Días después en la comisaría local se presentó un camionero para denunciar un choque con un Mercury. En la declaración afirmó que en la parte trasera del auto vio a Hoffa con otra persona, la que parecía tener una escopeta. La policía comenzó a seguir una pista que la llevó hasta Joe Giacolone, hijo de Tony Jack y dueño del Mercury. Este dijo que le había prestado el auto a un tal Charles Chuckie O’Brian, que a su vez se defendió aduciendo que ese día no estuvo con Hoffa y que se encontraba en el gimnasio con Tony Jack.

Al margen de las coartadas, los perros de la policía detectaron en el Mercuy el olor de Hoffa. Recién en 2001 el FBI realizó un estudio de ADN con un pelo encontrado en el vehículo. El resultado indicó que pertenecía al poderoso líder de los camioneros.

La inconclusa investigación del FBI refleja que Hoffa habría sido secuestrado por sicarios enviados por mafiosos y ex socios que colocaron en la presidencia del Teamasters a un títere como Frank Fitzsimmons. Por falta de pruebas contundentes jamás hubo acusados y en 1982 se declaró muerto al gremialista. El caso se cerró definitivamente en 2006 luego de una excavación en una granja de Michigan que no condujo a nada.

Paralelamente durante todo ese tiempo en la calle surgían todo tipo de leyendas, algunas de ellas bastantes absurdas. Por ejemplo, se llegó a comentar que el cadáver de Hoffa estaba en un bloque de cemento que depositaron en un compartimiento secreto del telescopio Hubble. También se rumoreaba que fue tirado en un basurero en Florida que pertenecía a la mafia, aunque popularmente la más aceptada fue que lo ocultaron en el Giants Stadium.

Aquellos rumores fueron fogoneados por el mafioso Donald Tony el Griego Frankos cuando en 1989 le dio una entrevista a la revista Playboy en la cual dio su versión de los hechos. Explicó que el cuerpo de Hoffa fue descuartizado en Detroit, que meses más tarde lo trasladaron a New Jersey y allí lo enterraron en un Giants Stadium en plena construcción. Según Frankos lo habían ubicado en la llamada sección 107, que en los partidos de la NFL era cercana a la zona del touchdown. El FBI le dio una relevancia relativa a estas declaraciones por considerar que provenían de una fuente que no era de fiar.

El Giants Stadium durante su construcción. (giants.com)

«Tiene un significado especial el saber esto cuando uno patea la pelota hacia el rincón donde está el ataúd», contó alguna vez con ironía Sean Landeta, jugador de New York Giants entre 1985 y 1993.

Durante la construcción del Giants Stadium era habitual que por la mañana los contratistas tuvieran que llamar al fiscal de distrito para que retiraran a un muerto. La situación se volvió tan rutinaria que ya no se le daba demasiada trascendencia al hecho porque se estaba retrasando la obra.

Con la desaparición del Giants Stadium el mito no murió, sino que mutó. Ahora se dice que el cuerpo está enterrado en el estacionamiento del moderno New Meadowlands Stadium, que se encuentra en el lugar en donde estaba el viejo estadio.

La figura de Hoffa quedó impregnada en la cultura popular. En series como Los Sopranos, Dexter, CSI: New York, Bones, Mad Men, Fringe, entre otras, se han hecho referencias, a veces indirectas, a este misterio. También en dibujos animados como Pinky y Cerebro o Los Simpson es mencionado. Inclusive el programa de Discovery Channel MythBusters (Cazadores de Mitos), buscó el cadáver en el Giants Stadium y llegó a la conclusión que la leyenda no es cierta, lo cual no fue suficiente para dar por tierra con la creencia popular.

Links/Fuentes relacionados

‘New lead’ in Hoffa disappearance (BBC)

With stadium about to fall, is now the time to dig into Hoffa legend? (CNN)

FBI Calls Off Its Latest Search for Hoffa (New York Times)

Hoffa, el modelo que marca al líder sindical (La Nación)

Sitio oficial de New York Giants

La leyenda olvidada

Al día siguiente de un nuevo aniversario de la muerte del difunto, Marina Lebedeva se acercó sigilosamente a la tumba, dejó un ramo de flores y mientras pronunciaba unas palabras en ruso se secaba las lágrimas de las mejillas. Aunque algo tardío, quizás esta haya sido la manera que la mujer encontró para redimirse de la misteriosa denuncia por violación que frustró la carrera de Eduard Streltsov y produjo un quiebre en la historia del fútbol soviético.

Suecia 1958 parecía ser la gran cita que iba a consagrar a Streltsov. A los 21 años había demostrado en Torpedo, uno de los clubes más pequeños de Moscú, que tenía un talento que lo proyectaba a conseguir cosas importantes. Era rápido, habilidoso para manejar la pelota y frente al arco rival no perdonaba. El mundo se enteró de su existencia en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956, torneo que ganó la URSS, pese a que el delantero estrella vio desde afuera la final con Yugoslavia.

En la semifinal ante Bulgaria la Unión Soviética consiguió una victoria épica por 1-0. Sufrió dos bajas por lesión y como todavía no se permitían los cambios terminó con 9. El atacante del Torpedo Valentin Ivanov fue uno de los lesionados y quedó marginado para la definición. Como el entrenador Gavriil Kachalin prefería colocar una dupla ofensiva compuesta por compañeros del mismo equipo sacó de los titulares a Streltsov.

De izquierda a derecha: Streltsov, Yashin y Netto, figuras de la URSS campeona olímpica.

Por reglamento los suplentes no recibían las medallas, por eso Nikita Simonyan, actual vicepresidente de la Unión Rusa de Fútbol y reemplazante de la figura soviética, quiso regalarle la suya a Streltsov, que había estado en todos los partidos previos, pero este no la aceptó: “No te preocupes Nikita, ganaré muchos más trofeos en el futuro”, contestó sin saber que el destino, si es que esta escrito, le tenía preparado otra cosa.

Para esa altura Streltsov, que también sobresalía por un carácter extrovertido, había traspasado los límites de la Unión Soviética y era considerado uno de los mejores jugadores de Europa. En la primera edición del Balón de Oro, ganado por Stanley Matthews, terminó en el puesto 13 de la votación. En 1957 finalizó séptimo.

Hasta este punto la historia transita por un mismo camino, pero a partir de ahora se mete en terrenos pocos claros y surgen situaciones que generan muchas incógnitas sobre por qué Streltsov no llegó a ser lo que prometía.

Además de tener una vida trágica (se suicidó en 1974), Yekaterina Furtseva cumplió un papel protagónico en la URSS. A los 20 años se afilió al Partido Comunista y desde allí escaló posiciones hasta ganarse el aprecio de los altos mandos. Integró el Politburó como Ministro de Cultura, convirtiéndose en la mujer más poderosa del país porque fue la única en acceder a un cargo político tan relevante.

Como miembro del gobierno Furtseva participó en el agasajo que se organizó en el Kremlin para los campeones olímpicos en Melbourne. En esta reunión la dirigente le presentó a Streltsov a su hija Svetlana con la intención de casarlos. El futbolista rechazó la propuesta: adujó que estaba comprometido, lo cual era cierto. Con la celebración bien avanzada, Streltsov, con varios vodkas demás, fue demasiado lejos: en público insultó a la hija de Furtseva. Entre otros epítetos gritó: “jamás me casaría con esa cara de mono”.

Paralelamente el ascendente astro se encontraba en una puja con los dos grandes clubes de la capital: CSKA Moscú, vinculado al Ejército Rojo, y Dinamo Moscú, la pata deportiva de la KGB. Streltsov prefirió seguirle siendo fiel al humilde Torpedo, que lo descubrió cuando jugaba en el equipo de una fábrica textil, y le dio la espalda a las poderosas instituciones.

La vida de Streltsov cambió abruptamente meses antes del mundial de 1958. Durante una jornada de descanso en la preparación, el plantel de la URSS fue invitado a una dacha (casa de campo) para participar en la recepción de un militar que había vuelto del extranjero. En esta celebración Streltsov conoció a Marina Lebedeva. A la mañana siguiente la joven de 20 años lo denunció por violación e inmediatamente fue detenido.

Al momento de la declaración un agente de la KGB le prometió que si se reconocía culpable le iban a permitir jugar el mundial. Presionado por la situación Streltsov, que le había enviado una carta a su madre diciendo que era inocente, aceptó la culpabilidad y firmó la declaración, pero la otra parte no cumplió la palabra. Fue juzgado y condenado a 12 años de trabajos forzados en el Gulag (campo de concentración soviético) de Siberia.

Cuando se supo del arresto los primeros en reaccionar fueron los trabajadores de la ZIP, empresa automotriz a la que pertenecía Torpedo. Organizaron una manifestación en la que participaron alrededor de 100.000 personas. Sostenían que esto era una venganza contra Streltsov. Esta vez, como tantas otras, la voz del proletariado no fue escuchada.

Las autoridades sentían cierta incomodidad por las actitudes de Streltsov, que no coincidían con el ideal del ciudadano soviético. Su archivo afirma: “de acuerdo con una fuente verificada, les dijo a sus amigos en 1957 que siempre siente pena tener que retornar a la URSS después de un viaje al exterior”. En tanto, en un memo interno del Departamento de Fútbol se lo critica por el mal momento que eligió para contraer matrimonio: “encontramos que se había casado antes de un importante amistoso ante Rumanía. Esto demuestra la pobre educación al trabajo que hay en Torpedo”.

Eduard Streltsov

Con estas pruebas se puede deducir que a Streltsov le tendieron una trampa. Aunque también hay evidencias que llevan a una lectura diferente. Jonathan Wilson, periodista de The Guardian, entrevistó a Simonyan y este le mostró unas fotos. En una de ellas aparece Lebedeva acostada en lo que parece ser la cama de un hospital y con moretones en los ojos. En otra se ve al jugador durante el juicio con la cara rasguñada.

“Es una historia oscura. Es difícil decir quién la violó. Imagino que la chica a la noche fue a los suburbios, entonces unos chicos la esperaron y así fue como pasó, pero no me parece que haya sido un montaje. Quizás fue el dueño de la dacha”, dudó Simonyan.

“Cuando intente ayudar a Streltsov la policía me dijo que Khrushchev (NdR: presidente de la URSS) estaba siendo informado. Entonces fui la sede del Partido Comunista para pedir que suspendieran el caso hasta el final del Mundial. Me dijeron que no podían hacer nada porque estaba siendo manejado por las altas esferas. Entendí que era el final. Escuche que Furtseva lo había hecho para Streltsov, pero no sé exactamente qué fue lo que pasó”, le contó Kachakin, entrenador de la selección que jugó en Suecia, al historiador Axel Vartanyan.

Previo al mundial se comentaba que había dos selecciones debilitadas: Inglaterra, por el accidente aéreo de Múnich, y la URSS, por la ausencia de Streltsov. La ilusión de los soviéticos se acabó en los cuartos de final, instancia en la que cayeron 2-0 con Suecia, luego subcampeón y al que tiempo antes habían vapuleado 6-0 en un amistoso. Aquella goleada fue el debut de Streltsov, que marcó 3 goles, en la selección mayor.

Mientras tanto el protagonista de esta historia se encontraba aislado en Siberia desperdiciando los mejores años como futbolista. Sobre lo que sucedió en el Gulag no hay demasiada información porque Streltsov, temeroso a recibir represarías, evitó referirse al tema, incluso con familiares o amigos. Lo que se cree es que los primeros tiempos fueron difíciles y pasó 4 meses en el hospital de la prisión por un golpe con una barra de hierro. Una vez recuperado era utilizado por los guardias para partidos informales que servían para calmar los ánimos de los reclusos.

Al cumplirse 7 años a Streltsov le conmutaron la pena. Para esa altura los tiempos de idolatría se habían acabado y era visto como un criminal. Torpedo fue el único lugar en donde todavía era admirado y respetado. Los hinchas no olvidaron la prueba de fidelidad que significó rechazar la posibilidad de ir a CSKA Moscú o a Dinamo Moscú.

Todo ese cariño lo devolvió en la cancha. Con él como figura el conjunto moscovita fue campeón de las ligas de 1965 y 1968, siendo Streltsov premiado como el mejor futbolista en las temporadas 1967 y 1968. Físicamente ya no era el mismo, aunque el talento seguía intacto. Todavía hoy Torpedo le rinde homenaje permanente: la cancha lleva su nombre y también hay una estatua que lo recuerda.

Con la idea de recuperar la imagen del que muchos historiadores consideran que pudo haber sido mejor que Pelé, en 2001 se creó el Comité Streltsov. Este grupo presidido por Anatoly Karpov, campeón del mundo de ajedrez en los períodos 1975-1985 y 1993-1999, tiene como meta principal lograr que legalmente Streltsov quede exonerado del delito de violación.

La figura de Streltsov, que nunca pudo mostrarse en los grandes escenarios del fútbol, quedó olvidada en el tiempo y pocos lo recuerdan. Murió en 1990 a causa de un cáncer de garganta. En el lecho de muerte una de las últimas cosas que llegó a decir fue “soy inocente”.

Fuentes/Links Relacionados

El fútbol y la guerra fría. Eduard Streltsov: el Pelé ruso (Notas de fútbol)

Was Streltsov really the martyr Russian football demands? (The Guardian)

La triste historia del Pelé ruso (Don Balón)

Loyal fans fight to clear name of Russia’s Pele (The Guardian)