Max Schmeling fue el boxeador más importante que surgió de Alemania porque se convirtió en el primer europeo en conquistar el título del mundo de los pesos pesados. A lo largo de su trayectoria no sólo tuvo que luchar con sus rivales en el cuadrilátero, sino que además debió hacerle frente al nazismo, que vio en él una figura perfecta para resaltar las ideas que pregonaba. También fue protagonista principal de uno de los grandes duelos de la historia ante Joe Louis.
Al igual que la mayoría de los púgiles, Schmeling nació en el ceno de una familia de clase baja que vivía en los suburbios de Berlín y cuyo principal sostén económico era el sueldo de marinero del padre. Sus primeros golpes en el campo rentado los tiró en 1924. A partir de ahí comenzó una carrera ascendente que le permitió ganar títulos a nivel nacional y europeo. Transformado en toda una celebridad en su país y sin rivales a la vista, necesitó plantearse nuevos objetivos, por lo que tuvo darle un giro a su carrera. De la mano de su manager Joe Jacobs, llegó a Nueva York, el gran centro boxístico mundial a comienzos de la década del 30.
Lejos de toda la fastuosidad que lo rodeaba en Alemania, Schmeling, casado con la actriz checoslovaca Anny Ondra, protagonista de dos películas de Alfred Hitchcock, comenzó a subir peldaños en la Gran Manzana. A fuerza de triunfos logró tener la gran oportunidad de pelear por el cinturón mundialista. En un Yankee Stadium repleto, el alemán derrotó a Jack Sharkey por descalificación en el cuarto asalto. Dos años más tarde, perdía el centro por puntos ante el mismo rival.
Ya con Adolf Hitler en el poder, Schmeling tuvo la posibilidad de volver a los primeros planos. Otra vez en el mítico estadio de los New York Yankees fue testigo de un combate que haría historia. Ese 19 de junio de 1936, el germano de 32 años enfrentó a Joe Louis, el Bombardero de Detroit, un negro 10 años menor que llegaba como rey de los pesos pesados e invicto. Con un knock out en el asalto 12, el Perro Nazi, tal como se lo conocía en Estados Unidos, recuperó el cinturón de campeón mundial.
Por supuesto que esta noticia no paso desapercibida para Hitler y sus secuaces. Que un alemán le ganará a un negro no era poca cosa para los nazis, que se encargaron de recibir al flamante monarca con todos los honores. Una vez arribado a Alemania, con su esposa participó de una cena privada junto con Hitler y Josep Goebbels, ministro de propaganda del Partido Nazi.
Bajo el nombre de La Victoria de Schmeling: Una victoria Alemana, la pelea se emitió hasta el cansancio en todos los cines de Alemania.
En uno de los tantos encuentros que tuvo con Hitler, este le pidió que se desvinculara de Jacobs, quien tenía origen judío. Schmeling se negó a este pedido. Como era de esperar la negativa no fue tomada de buena manera, pero como el boxeador era un elemento importante en la propagación de los ideales nazis, el líder teutón momentáneamente lo perdonó. Tiempo después Hitler se cobraría la deuda.
La relación de Schmeling con el régimen era ambigua. Aprovecho en beneficio de su carrera profesional contar con el beneplácito de las más altas esferas, por lo cual en algunas ocasiones se lo vio en encuentros del partido Nazi o cantando el himno mientas hacía el saludo con la mano derecha levantada. Pero por detrás tenía otras actitudes. En silencio colaboró con muchos judíos para que escaparan de Alemania dándoles dinero o un lugar donde refugiarse.
Uno de los casos más famosos ocurrió durante la llamada Noches de los Cristales Rotos. Entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, grupos de la SS destruyeron negocios judíos en Alemania y Austria. Hubo infinidad de detenidos sin razón y se calcula que murieron más de 90 personas en estos trágicos hechos. Para muchos historiadores, este fue el comienzo del Holocausto. Mientras todo esto ocurría, Schemeling resguardó en su suite personal del Hotel Excelsior de Berlín a dos pequeños hermanos durante 2 días. Luego los ayudó a escapar al extranjero. “Si nos hubieran encontrado en ese departamento, no estaríamos aquí junto con Max”, dijo en 1989 Heri Lewin, uno de los chicos protegidos por el púgil, durante un homenaje a Schmeling en el Sand Hotel de Las Vegas, del cual Lewin era el dueño.
Con un clima político cada vez más tenso, Schmeling volvió a Estados Unidos para verse la cara nuevamente con Louis. Pero esta vez casi no hubo pelea porque el local necesitó de 240 segundos, menos de un round, para liquidar el pleito. Este triunfo se festejó mucho en el Bronx, lugar en el cual se concentra la mayor población negra de Nueva York. “¿Te sientes orgulloso de tu raza esta noche?”, le preguntaron a Louis. “Si, estoy orgulloso de mi raza, la raza humana, claro”, contesto con total lucidez el Bombardero de Detroit minutos después de culminado el combate.
La pelea fue seguida con especial atención por Hitler a través de la radio, cuya trasmisión se cortó abruptamente cuando el crédito teutón besó la lona. Tiempo después, Schmeling reconoció que sintió cierta alegría por haber perdido porque así dejaría de ser usado por el gobierno. Esta derrota fue una excusa excelente para que Hitler saldara la deuda pendiente.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial Schmeling fue ubicado en el Regimiento 1 de Paracaidistas, encargado de
realizar misiones suicidas. En mayo de 1941 fue herido en la isla de Creta y en un principio se informó que había muerto durante la batalla, cosa que luego se desmintió. Si ya las autoridades nazis estaban enojadas con el boxeador que registró 56 victorias (38 KO), 10 derrotas y 4 sin decisión, se ofuscaron todavía más cuando este se negó a confirmar los reportes en contra de las tropas británicas. Durante su estadía en el ejército realizaba exhibiciones para los soldados.
La sanguinaria dictadura cayó pero Schmeling se mantuvo en pie. Ya retirado de la actividad se convirtió en un hombre de negocios. Compró la licencia de Coca Cola para Alemania y rápidamente amasó una fortuna que le permitió vivir sin preocupaciones hasta su muerte en 2005, cuando tenía 99 años. Parte de su dinero iba destinado a Joe Louis, del que se convirtió en íntimo amigo, para que pudiera subsistir porque se encontraba en una mala situación económica. Cuando Louis murió, Schmeling pagó todos los gastos del funeral.
Siguió vinculado al boxeo y fue uno de los impulsores más importantes que tuvieron en sus inicios Vitali y Vladimir Klitschko, hermanos ucranianos que llegaron a ser campeones del mundo de los pesos pesados y que realizaron la mayor parte de su carrera profesional en Alemania.
Su fallecimiento conmocionó a todo el país. Fue tan fuerte la noticia que prácticamente fue considerada una cuestión de Estado. “Ídolo de varias generaciones”, lo calificó Gerhard Schröder, canciller alemán en ese momento, mientras que Angela Merkel, todavía líder de la oposición, lo recordó como “un valiente alemán. Durante los tiempos horribles del nacionalismo salvó a muchos judíos y enemigos del régimen de la deportación a los campos de concentración”.
Considerado como una leyenda y reconocido como el mejor deportista del Siglo XX en Alemania, por encima de luminarias como Franz Beckenbauer o Michael Schumacher, Schmeling fue un luchador tanto arriba como abajo del ring.
Foto 1: Max Schmeling
Foto 2: Max Schmelling junto con Joe Louis unidos por una gran amistad.
Videos
Documental sobre las peleas Louis-Schmeling (en inglés)
Parte 1 Parte 2 Parte 3 Parte 4 Parte 5 Parte 6 Parte 7 Parte 8 Parte 9
Audio
Relato de la segunda pelea Louis-Schmeling (The History Channel)
Fuentes/Links relacionados
Max Schmeling, una leyenda del cuadrilátero (El País de Madrid)
La raza humana, claro (El País de Madrid)
Heavyweight legend Schmeling dies (BBC)
From Jesse Owens to Barack Obama, via Mohamend Ali and Tiger Woods (The Times)
Obituary: Max Schmeling (BBC)
Max Schmeling, Heavyweight Champion Caught in the Middle of Nazi Politics, Is Dead at 99 (The New York Times)
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