Un día de 1995 Melissa Merson llevó a su padre Leo al Museo del Holocausto en Washington DC. Seguramente nunca imaginó que durante esta excursión iba a escuchar un relato que desconocía de la época en la que su progenitor jugaba al básquet en la Long Island University. “Se suponía que tendría que haber ido a los Olímpicos”, dijo Leo desde su silla de ruedas mientras observaba una muestra dedicada a los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 y en la cual las imágenes heroicas de Jesse Owens se repetían una y otra vez. Y era verdad. Él junto a sus compañeros podrían haber estado allí, pero sus principios pesaron más que las medallas.
Al ser el lugar en donde nació, en Estados Unidos a mediados de la década del 30 el básquet ya estaba instalado, mientras que en Europa y en algunos lugares de Sudamérica, caso Argentina, todavía se estaban incorporando conceptos básicos del juego, pero ya contaban con una estructura organizativa sólida. Ante el evidente crecimiento de la actividad, por consejo de Carl Diem, mano derecha de Adolf Hitler en la organización de la cita berlinesa, la invención de James Naismith hizo su debut en el Programa Olímpico, después de un par de apariciones como evento de exhibición.
Desde ya que en la edición inaugural del torneo olímpico no podían faltar los inventores, que conformaron al equipo de una manera inusual. En el Madison Square Garden se organizó una competencia entre 8 equipos a la que fueron invitados el campeón y el subcampeón de la Amateur Athletic Union (AAU), el ganador del certamen de la Asociación Cristiana de Jóvenes, entidad que difundió el básquet por todo el mundo, y 5 conjuntos universitarios de la zona. De aquellos que ocuparan la primera y la segunda colocación, saldría la base del plantel que marcharía a Alemania. En caso de ser necesario, este se reforzaría con jugadores de los otros participantes de este campeonato denominado Olympic Trial.
Como el profesionalismo todavía era algo novedoso y sin demasiada organización, no existían ligas con una competencia fuerte (la NBA ni siquiera era un boceto). Es por eso que el nivel más exigente se encontraba en el ámbito universitario. Allí sobresalía un equipo: la Long Island University (LIU), apodada como Blackbirds, al que todos daban como candidato a ganar el Olympic Trial. Sus estadísticas así lo confirmaban. Durante los últimos 2 años había logrado un récord de 33 victorias consecutivas en la poderosa División 1 y promediando una diferencia de 23 puntos por partido. Sólo en la temporada 1935/1936 establecieron un invicto de 25-0. Es por eso que los rivales muchas veces solían referirse a ellos como “el equipo más grande de la nación”.
De los integrantes de los Blackbirds, no todos pertenecían a la comunidad judía, muy vinculada con las raíces del básquet en Nueva York y alrededores. Aunque eran la mayoría, dentro del equipo también había protestantes y católicos descendientes de italianos. Directa o indirectamente a todos les tocaba de cerca la persecución que los judíos sufrían en Alemania.
Por supuesto que aquellos que profesaban esta religión lo sentían en carne propia. Un buen ejemplo es el de Merson. Vivía en el centro de un barrio judío de Brooklyn. La presión por hacer algo con respecto a Hitler, por más pequeña que sea, estaba latente en cada momento. En el negocio de comestibles en el que trabajaba su madre todos los clientes hacían especulaciones sobre qué haría la LIU al respecto. Tampoco podía eludir este tema en su casa. En una oportunidad luego de volver de la sinagoga su abuelo le imploró que no fuera a Alemania.
En lo que probablemente haya sido una de las decisiones más difíciles de sus vidas, los Blackbirds optaron por darle la espalda a los Juegos Olímpicos. En la oficina del entrenador Clair Beer, considerado una leyenda del básquet universitario, el plantel votó en secreto y por una unanimidad decidió no presentarse al campeonato en Nueva York en forma de protesta. De los ausentes al Olympic Trial fueron los únicos que pusieron como razón la cuestión política. Los demás renunciantes adujeron problemas laborales o de estudio.
“Nuestra convicción es que Estados Unidos no debería participar en los Juegos Olímpicos por el hecho que se celebrarán en Alemania”, dijo el presidente de la LIU Tristram Walker Metcalfe cuando confirmó la decisión tomada. Así se sumaban a las voces que pedían un boicot por parte de Estados Unidos a los Juegos Olímpicos de Berlín. Que esto ocurriera era casi una utopía porque al frente del Comité Olímpico local se encontraba un histórico y controvertido dirigente del Olimpismo como Avery Brundage, del que siempre se sospechó que tenía simpatía por la ideas de Hitler y fue un ferviente defensor de la organización de estos Juegos Olímpicos.
De aquel plantel cada uno siguió caminos muy disimiles. Julie Bender, el goleador, Ben Kramer, el capitán, Arthur Hillhouse, un pivot dominante, y Merson pasaron al básquet rentado. Los dos primeros militaron en la desaparecida American Basket League. Hillhouse también pasó por allí y luego se incorporó a la Basket Association of America, antecesora de la actual NBA, en donde estuvo 2 temporadas.
El caso más curioso es de Marius Russo. Cambió el básquet por el beisbol y cumplió el sueño del neoyorquino promedio: vistió la camiseta de los New York Yankees al lado del legendario Joe Di Maggio y ganó la Serie Mundial de 1941. Harry Grant, en tanto, también cambió de deporte y se dedicó al bowling. La lista sigue con Ken Norton, que pasó 22 años dirigiendo al equipo del Manthattan College, y Bill Schwartz, que continuó trabajando en la LIU.
Luego de enterarse de esta historia, de la cual no queda muy claro porque sus protagonistas pactaron no hablar de ella, Melissa se contactó con el Comité Olímpico de Estados Unidos, que dijo no estar anoticiado sobre esta situación. A partir de ese momento las distintas familias se desayunaron de lo que había sucedido. Michael Farley, nieto de Bee, se comunicó con el entrenador Bob Knight, intimo amigo de su abuelo y quien fue su mentor, para preguntarle si estaba enterado de esta cuestión. “Michael, no sabía absolutamente nada acerca del boicot”, respondió un sorprendido Knight.
Los protagonistas sólo recibieron 2 homenajes. En 2001 Melissa fue una de las relevistas de la Antorcha Olímpica, que iba en camino a Salt Lake City con motivo de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002, como reconocimiento a su padre, que había muerto unos meses antes, y al resto de sus compañeros. El 26 de abril de este año los miembros judíos del plantel ingresaron al Salón de la Fama Nacional del Deporte Judío en Commack, Nueva York.
En la LIU, que comparada con universidades como la UCLA o Duke es relativamente pequeña, todavía se los recuerda con cariño y buena parte de aquella generación ingresó al Salón de la Fama de este centro de estudios. Pudo haber sido un quiebre en la historia de la institución y en la carrera de estos jugadores, pero los principios pudieron más y, a pesar de algunas criticas que recibieron en su momento, ellos se mantuvieron firmes con sus ideales. Y eso vale tanto o más que cualquier medalla.
Foto 1: El quinteto titular de la LIU (ESPN)
Foto 2: El plantel y el cuerpo técnico de la LIU a pleno (ESPN)
Fuentes/Links relacionados
A team that chose principles over gold medals (ESPN)
Long Island University Blackbird’s Boycott of 1936 Berlin Olympic Resonates Today (brooklyn.liu.edu)
Games of the XI Olimpiad 1936 (USA Basketball)
La corrupción en el COI se inició en los Juegos del nazismo (El Mundo)
Basketball Papa Jimmy Remembered (New York Times)
News from the Past-A Note from the Brooklyn Campus Archives (brooklyn.liu.edu)
Sitio oficial de los Blackbirds
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